"Kiki: Entregas a domicilio" o el amor como la fuerza más poderosa (PARTE II)


Uno de los más grandes deseos del ser humano, mismo que a falta de datos estadísticos en este momento me atrevería a decir es el mayor, corresponde al de trascender. Éste aparece como una necesidad tanto existencial como espiritual y sociomoral. El ser humano hace consciencia de su muerte y la de sus allegados, pero sin que esto signifique que de manera rotunda lo acepte, por ende, buscará por todos los medios posibles que pueda concebir trascender y, de esta forma, no aceptar a la vida como algo meramente transitorio.

Los medios para alcanzar esta trascendencia los puede encontrar en la religión; creando modelos divinos que se encargará de perseguir por el resto de su vida, por la ciencia; donde buscará encontrar la verdad universal, única e incuestionable, por el arte; creyendo que logrará la belleza suprema, de manera natural; considerando a la procreación como una manera de perpetuarse a través de los hijos y, finalmente, a través de la moral (misma que estará supeditada al tiempo-espacio en el que se lleve a cabo) que, al igual que el arte, buscará el bien supremo.

Y de todos estos medios (cuyo cimiento es el temor ante la inminente muerte, misma que genera impotencia y que tiene por motor el deseo de ser recordado) nacen los mejores ejemplos que la humanidad ha dado (tanto en nivel real como ficticio); líderes, caudillos, científicos e incluso algunos santos. Todos ellos lucharán o lucharon para conseguir un propósito lejano, una meta, un ideal, etc. a través de una serie de obstáculos que tuvieron que ser superados no sin antes haber podido superarse a sí mismos.



Con este conocimiento a cuestas continúo de lleno con mi comentario sobre “Kiki: Entregas a domicilio” (Hayao Miyazaki, 1985).  Como mencioné en la primera parte de esta publicación (https://senecabeso88.blogspot.com/2020/05/kiki-entregas-domicilio-o-el-amor-como.html): Kiki es una heroína que emprenderá un viaje para alcanzar una meta, sin embargo, para conseguirla o no tendrá el acompañamiento de otros personajes (seres con dimensión física, social y psicológica que habitan una ficción), que de una forma u otra la apoyarán con sus objetivos. Aclarado el punto, explicaré los motivos por los cuales considero quién es la PROTAGONISTA, ANTAGONISTA, DEUTERAGONISTA Y TRITAGONISTA.

Desde la postura teórica donde se indica que el protagonista de un drama [para librarnos de más disertaciones y problemáticas teóricas, en cuanto al término, mencionaré la acepción aceptada por Patrice Pavis: “(…) el texto escrito para papeles diferentes y según una acción conflictiva.” (Pavis, 1996), si bien sé que su procedencia es un Diccionario de Teatro y no uno de Cine, me decanto por ella ya que, como mencioné anteriormente, el Arte Teatral fue y es la base para la Cinematografía y sus vertientes tales como, en este caso, el cine de animación] será aquel que inicia y en el que recae la acción [entendiendo por ésta última a todos los movimientos físicos y psicológicos que tienen los personajes a lo largo de la película, mismos que poseen un propósito específico] y, habitualmente, puede representar a una suerte de individualización que se enfrentará contra un colectivo (presente en el antagonista).

Dicho lo anterior, no tengo duda en señalar que la protagonista es Kiki:

·        Inicia la acción principal que será la base de la fábula, es decir “el ensamblamiento de las acciones realizadas” como señaló Aristóteles en “La Poética”, y ésta es: Decidir partir de casa en esa noche en concreto para iniciar su entrenamiento como bruja.

·     Recaen las acciones sobre ella: Todo lo que ocurre en la película, sea algo simple (entregar un pedido bajo la lluvia) como algo complejo (rescatar a Tombo del accidente con el dirigible), son acciones que virtualmente son indirectas para todos los demás (o al menos no poseen el mismo peso) que habitan la ficción, sin embargo, para Kiki son clave.

A su vez, acompañaré la jerarquización como protagonista de Kiki con el nivel de complejidad que tienen sus acciones a lo largo de la película, éstas, a nivel físico, son complejas, puesto que no es habitual en su vida diaria el salvar a niños que caen de dirigibles en colapso, por otro lado, tras analizar sus acciones psicológicas, queda claro que no son las mismas que acompañan al personaje que está escuchando la radio sobre el césped en la primera escena en comparación con el que vuela, en el epílogo de la película, con su propia voz en off diciendo: “A veces me siento triste, pero me encanta esta ciudad”, es decir; estamos ante un personaje con acción interna o psicológica redonda.

Algunos de los conflictos que giran en torno a la Protagonista.














Cabe señalar, que no existe una sola fórmula, metodología, teoría, etcétera sobre lo que acabo de mencionar, ni que la elegida por mí sea la mejor, empero, considero que es la adecuada para los fines de este comentario. En esta misma tónica, ahora indicaré a quien considero que juega el papel de antagonista. Para encontrarlo hay que tener esto en mente; los personajes en sí son la representación de algo: un valor, una tesis, postura, etc., el escritor los moldea con un cuerpo, un lugar en la sociedad y una psicología para poder incorporarlos a una narración (uno de los dos modos que señala Aristóteles en “La Poética”, el otro es el dramático) misma que conformará la fábula. Sin embargo, si ya se puntualizó que el protagonista será aquel que inicia y en el que recae la acción, el antagonista será ese que irá en contra de lo que representa el primero, a su vez puede ser el medio que lo mueve hacia la acción (por ello la posibilidad de que el antagonista sea la sociedad per se, o la representación de un colectivo, mientras el protagonista sea la del individuo).



Sabiendo esto, les recuerdo que en la primera parte del comentario indiqué que era fácil notar las fuerzas en conflicto (lo nuevo contra lo viejo) y ahora podemos factorizar dichas fuerzas (o valores) desde lo absoluto (aquellos con los que el hombre tiende a definir a Dios: vida, verdad, amor, justicia, al espíritu y la consciencia individual, aquí es donde cabe lo nuevo contra lo viejo) a lo social (valores cambiantes en función de la sociedad, el país, la época, el individuo: el bien, la paz, el honor, la ley, la educación, moda, etc.) para conocer lo personal (los que se conocen como defectos, cualidades, virtudes, capacidades o incapacidades, mismos que normalmente se refieren a estados emocionales que se repiten exaltando sólo una fase de la personalidad: celos, ternura, envidia, temor, etc.), volveremos a esto en breve.

Continuando con el antagonista, si ya se sabe que Kiki es la protagonista y que como tal encarnará en la ficción a una fuerza o valor mismo que, a nivel absoluto, representa lo nuevo, a nivel social puede ser lo desconocido (ese pueblo jamás había tenido a una bruja que viviera allí, así que Kiki es diferente) lo que nos permite entrar de lleno con el nivel personal, en el cual me decanto por la confianza. Ahora, como una suerte de apostilla, comento que toda escritura dramática tiene una especie de formato que parte del ORDEN va hacia el DESORDEN y finaliza de nuevo con ORDEN (sea uno nuevo o el viejo), haciendo un paralelismo con Kiki observamos que:


Parte de las dificultades que vivirá Kiki mismas que, tras hundirla, la fortalecerán.


Al inicio de la película Kiki está con plena confianza en que es la noche apropiada para iniciar su viaje de preparación como bruja y, a pesar de estar movida por la pasión juvenil intempestiva, tiene seguridad en sí misma, quizá de manera inconsciente. Este sería el ORDEN con el que inicia la narración de la fábula en la película. Amable lector, le pido me disculpe toda la jerigonza, pero ahora cobrará sentido: Ya conocemos el ORDEN y, para conocer al antagonista, es necesario indicar quién inicia el DESORDEN (que chocará con los valores que representa el protagonista) y aquí nos encontraremos con esta agradable sorpresa: La antagonista ¡también es Kiki!... ¿es esto posible?, por supuesto que sí ya que podemos notar que la fábula toma relevancia cuando Kiki pierde lo que fue precisamente su motor inicial, lo que la motivó a moverse e iniciar su viaje, su “Ciclo del viaje del héroe” (comentado en la entrada anterior) y, tras entrar en el MUNDO DESCONOCIDO (la nueva ciudad) ella se desdibuja por completo, pierde su confianza y comienza a autosabotearse provocando la existencia de un contravalor (que se colisionará con la confianza) y este no es otro más que el miedo, mismo que le provocará inseguridad, poca autoestima, desconfianza, negar el amor propio, etc. Todo esto tiene una representación simbólica; cuando Kiki rompe su escoba pierde un objeto muy valioso, cierto, pero también es la posibilidad de construir una nueva historia con sus propios recursos, sólo que en ese momento es incapaz de darse cuenta puesto que su atención estaba solamente en lo superfluo (la pérdida de su magia) y no en los motivos reales que la habían llevado a ello. En cuanto a sus acciones físicas y psicológicas, al encontrarnos con la misma encarnación que la del protagonista, también compartirá jerarquización y será un personaje complejo y redondo, puesto que sus acciones físicas salen de lo común para la brujita y su motor de pensamiento (el miedo) desaparece, lo que le permite rescatar a Tombo.


Valores absolutos, sociales y personales que 'chocan' entre la Protagonista y Antagonista

En este punto ya conocemos a la protagonista y a la antagonista (Kiki en ambos casos) y, a su vez, al ORDEN y a lo que causa el DESORDEN, pero ¿cómo volveremos de nuevo al ORDEN? Para ello existen los otros personajes, jerarquizados como principales, donde se encuentra al deuteragonista y al tritagonista. Y éstos no serán otros que Úrsula, en el primer caso, y Jiji (el lindo gatito parlante) en el segundo.

Úrsula va a ser elemental para que Kiki pueda tener ese cambio en su psicología que la hace compleja, sin ella no hubiera podido notar las cualidades que, como individuo, la hacen única y redescubrir el amor hacía sí misma. Ella funciona como un factor que reivindica su postura en el mundo y le ayuda a darle una nueva apreciación del mismo: “(…) vi que estaba copiando el estilo de otros artistas, tenía que hacer mi propia obra”, esta frase guía a Kiki a encontrar su unicidad y el cuestionarse la motivación real por la que está siguiendo la vieja tradición de entrenamiento para bruja (de nuevo se presentan los valores absolutos con su contravalor [lo viejo]) y, de manera tangible, le permite a Kiki observar su valor real como individuo (cuando le muestra la pintura y Kiki queda maravillada con el cómo es vista a través de los ojos de alguien más) devolviéndole en parte su confianza. Úrsula funciona como el catalizador que permitirá que la brujita encienda, de nueva cuenta, el fuego de la confianza que se anida en su interior y que ella misma se encargó de extinguir. Estas funciones me hacen situarla como deuteragonista, con acciones físicas simples (dentro de su entorno, como una suerte de artista ermitaña, no hace nada que le exija una complejidad física fuera de su normalidad) y psicológicas planas ya que su filosofía de vida y cosmovisión no cambia; ella seguirá viviendo en el bosque, pintando paisajes, aves y demás, tratando de descubrirse a sí misma y perfeccionando su arte.


"Nosotros debemos encontrar nuestra propia inspiración, Kiki. A veces no es tan fácil".
Úrsula es clave en la evolución psicológica de Kiki.

Por otro lado, Jiji, el fiel compañero de la brujita, un gato negro parlante que desde un inicio nos damos cuenta de que funciona, irónicamente (por ser un animal), como voz de la razón para Kiki. La tradición entre brujas y gatos negros (o guías espirituales) es ancestral y no es el momento para comentarla, lo que sí se puede decir es lo que se sabe, como espectador, y esto es que Jiji de alguna manera llegó a la vida de Kiki y que será su fiel compañero durante su entrenamiento. En más de una ocasión Jiji advierte a Kiki sobre sus excesos de confianza (al cruzar la calle), de pasión (al volar sin precauciones), de ignorancia (no escuchar el consejo de los patos al volar), etc. Sin embargo, poco después de la mitad de la película, y tras conocer a una gatita, Jiji deja de tener “magia” y se comporta como un gato normal, no vuelve a hablar con Kiki, lo cual entristece aún más a la brujita, pero ¿por qué pasa esto?

En la estructura de la Tragicomedia, presentada por Virgilio Ariel Rivera en “La composición dramática”, se habla de dos posibles esquemas narrativos que sigue el género, el que nos interesa conocer es donde el protagonista, superando obstáculos, va hacia una meta y llega. Se podría inferir que el hecho de que Jiji deje de hablar es un obstáculo y que sólo es un recurso para continuar  con la narrativa, sí y no: En el arte no hay nada (o no debería haber nada) que sólo “aparezca porque sí”, cualquier elemento que compone una pintura, una obra de teatro, un espectáculo de danza, o una película tiene una razón de ser, un peso semiótico (relacionado con la semiótica o el estudio de los signos que permiten entender cómo se lleva a cabo el proceso de comunicación entre los individuos), entonces, que Jiji pierda la voz “de repente” significa algo, sin embargo, al no dar una respuesta precisa el autor, es labor del analista darle un sentido dentro de su interpretación particular y sus “presupuestos irrenunciables” (García Barrientos, 2011) y es aquí donde entra por primera vez una palabra que titula este escrito: el amor. Jiji también tiene su propio viaje, mismo que tendrá su punto más álgido al conocer a la gatita blanca, mascota de su vecina, y relacionarse con ella. Jiji no sólo conoce a otro ser similar a él; conoce al AMOR y éste le permite tomar su lugar en el mundo, ya funcionó como voz de la razón para Kiki, cumplió con su labor y su objetivo un tiempo determinado, pero la brujita no iba a tener 13 años para siempre ni iba a necesitar todo el tiempo a su gato para orientarla, si fuera así, entonces ¿cuál sería el objetivo del entrenamiento? Ella no podía regresar teniendo la misma vida con la que se fue por lo que, a pesar de lo triste que pudiera parecer a priori la “pérdida” de Jiji, podemos observar al final de la película, tras rescatar a Tombo, cómo Jiji sale entre la muchedumbre y se trepa al hombro de su dueña, como en antaño, ante lo cual Kiki exclama feliz y con esperanza de que todo sea como antes: “¡Jiji!”, pero éste le responde con un: “¡miaaaaaau!” y aquí está la clave. Si usted es un espectador avispado observará un microsegundo de tristeza en los ojos de Kiki, incluso se llenan de lágrimas, pero inmediatamente después entiende que Jiji no se ha ido, él está para ella pero no como antes porque ya no necesita a ese Jiji parlanchín y aconsejador, la vida de Kiki está en un nuevo ORDEN donde ella será su propia voz de la razón, así que la brujita, como signo de aceptación y amor hacia su compañero, restriega su cachete contra su cuerpo. Pero el peso de Jiji fue importante y trascendente en la vida de la brujita, y de la narrativa, y es por eso que yo lo sitúo como el personaje tritagonista, con acciones físicas simples y una psicología plana puesto que Jiji inicia siendo un gato, mágico, cierto, pero como animal sólo nos queda inferir que era movido por el instinto, más allá de la pasión y la razón, y éste fue el que termina rigiendo sobre su vida ya que, como podemos observar en el epílogo, procreó gatitos.




Para concluir con el apartado de los personajes jerarquizaré a Osono, y a su esposo, como secundarios (con acciones simples y planas), a Tombo (también siendo simple y plano) y a la dulce abuelita conocida simplemente como Madame (simple y plana). Todos ellos son necesarios para que la narrativa continúe, empero, no tienen un peso trascendente o decisivo en la vida de la brujita, ojo, no quiero decir que no sean importantes ya que muchos podrán opinar que sin el empleo en la panadería Kiki no hubiera podido tener un lugar donde vivir y, por ende, poner su servicio de entregas a domicilio, o sin Tombo no hubiera niño a quien rescatar o sin la Madame no habría pastel de regalo, mismo que fue el último empujón para que la brujita se diera cuenta de su valor como persona, todos son importantes pero, para fines de análisis y teoría, deben ser categorizados así puesto que, en una báscula enorme e imaginaria (que haría todo este trabajo más fácil) su presencia es más ‘ligera’ en la vida de Kiki, sus existencias son el telón de fondo que acompañará a la brujita, cierto, pero no alcanzan el peso que sí tiene Úrsula y Jiji.




Para finalizar, elaboraré una pequeña apología sobre el porqué del segundo título elegido (“el amor como la fuerza más poderosa”). Toda creación artística, como mencioné unos párrafos atrás, tiene un motivo de ser, una razón para existir así sea el mero entretenimiento, todo artista, o quien se diga serlo, debe poseer una postura ante el mundo, una cosmovisión, discurso personal, como quieran llamarle. Éste se encuentra plasmado en su obra de arte y a veces no es fácil encontrarlo o es confuso. Algunos autores lo llaman tema (puede ir estructurado como una oración comparativa), temática (una sola palabra que defina el ‘valor predominante’ con el que pueda resumirse la creación), etcétera. En este caso me decantaré por los dos mencionados y, de hecho, ya presenté mi resultado temático, en cuanto a “Kiki: Entregas a domicilio”, desde que decidí titular a este comentario: El amor como la fuerza más poderosa, por ende, la temática que yo encontré en la película, misma que une a todos los personajes a través de la fábula, es precisamente el amor que la RAE, en sus dos primeras acepciones, define como: “Sentimiento intenso del ser humano que, partiendo de su propia insuficiencia, necesita y busca el encuentro y unión con otro ser. Sentimiento hacia otra persona que naturalmente nos atrae y que, procurando reciprocidad en el deseo de unión, nos completa, alegra y da energía para convivir, comunicarnos y crear.” ¿Cómo o dónde lo vemos en los personajes?, revisémoslo en función de su jerarquía:

Kiki: Pierde el amor hacia sí misma, cree que no tiene ningún talento en especial (recordemos que su madre era especialista en pócimas) pero, gracias a lo que he señalado anteriormente (intervención de Úrsula, Jiji, etc.), consigue tenerlo de vuelta ahora mucho más fuerte, lo construye con mejores fundamentos y con una base mucha más sólida que al inicio (ya no es sólo pasional ya también hay mucho raciocinio en ella) lo que le permite ser consciente de su realidad y, con base en eso, ahora sí construir el camino para su entrenamiento y llegar a lo que en el esquema de Vogler se denominó “Regreso”.


La pintura que serviría como anagnórisis para Kiki.

Úrsula: Ama su vida actual, su arte. Ha pasado por momentos difíciles, pero, en el instante en el que la conocemos, está en equilibrio, le gusta su vida, es feliz porque descubrió que es única y ama lo que es y a su entorno.

Jiji: En la parte donde analicé a los personajes hablé acerca de cómo el amor es el que permite transformar totalmente a Jiji; inicia con el amor de amistad con Kiki y termina con un amor de pareja puro que lo “libera” y le permite conseguir lo que realmente debía ser desde el inicio: un gato, pero no cualquiera; un gato con amor.

Osono y su esposo: El amor por su trabajo, de pareja y el de ayudar al prójimo, sin este último no hubieran nunca aceptado a una desconocida, que además es bruja, en su propiedad.

Tombo: Ama divertirse y a la aviación (recordemos el accidente vial que experimenta con Kiki al enseñarle su prototipo de aeroplano) lo anterior se puede observar en el epílogo cuando ya va piloteando su creación aérea que apenas estaba construyendo cuando salió con Kiki.

Madame: Es una anciana amorosa en general; ama a su sobrina, a pesar de que ella no sea recíproca del todo (recordemos que le cocina un pastel de arenque con calabazas que no es tan bien recibido por la niña), ama cocinar y da amor a Kiki al regalarle el pastel que referí anteriormente.


Esta es la justificación que brindo para defender mi postura donde el amor es la fuerza más poderosa en la película, incluso más que la magia puesto que si Kiki no es capaz de amarse por lo que es, jamás podrá volver a tenerla. Lo anterior es una aporía pues al aceptarse y amarse (en su naturaleza de bruja, recordemos las palabras de Úrsula: “Sangre de bruja. Sangre de artista. Sangre de panadero”) la magia puede volver a ella, pero, para tenerla debe amarla primero.

Citando al Dr. José Luis García Barrientos: “El criterio para abordar sobre todo a los personajes es un criterio ético; bueno, malo, mejor o peor (…) y si ustedes se fijan los mecanismos de recepción (…) de cualquier cosa hoy, de cualquier película cinematográfica, se mueve por unos criterios tan sencillos como la oposición bueno-malo”. Y es esta dicotomía la que quiero traspolar de nuevo desde la Teoría Teatral hasta el Cine: La manera de contar historias se ha mantenido por más de dos mil años, evidentemente los mecanismos para hacerlo han evolucionado pero el fundamento es prácticamente el mismo que planteó Aristóteles en “La Poética” y que su objetivo final se puede resumir, amén de otros teóricos mucho mejor preparados que yo, en dos abstracciones: Esto es lo que debe ser y/o esto es lo que no debe ser, por lo tanto, siempre habrá una conclusión positiva puesto que si veo las consecuencias de lo que no se debe hacer lo evitaré (a menos que seamos necios como piedra) y si veo los beneficios en hacer algo en específico u obrar de cierta manera, pues buscaré conseguirlos. Kiki, como buena heroína tragicómica, es un personaje épico, una luchadora constante, una buscadora que no se detiene ante nada, no es una heroína destructiva, antes de creer en el poder de Dios cree en el poder del humano mismo pero, para poder acceder a él, debe sortear una serie de obstáculos que le permitirán disfrutar aún más su meta y qué mejor el poder encontrar la mímesis con un personaje así, alguien que nos inspire a encontrar nuestro propio motor interno, que nos enseñe que el luchar es parte de la naturaleza humana (así seas una brujita de trece años), que una búsqueda constante tiene su recompensa en un tiempo del cual no somos dueños, que el verdadero fundamento de la existencia es el amor no romantizado, el propio, el que habita en cada uno de nosotros, ese que no tenemos que pedirle a nadie y para el cual no hay brújula que nos guíe, es una búsqueda personal, constante, diaria, pero, cuando al fin se encuentra, todo esfuerzo habrá valido la pena porque esto es lo que debe ser y nos lo enseñó una brujita de 13 años.



 

 

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