“HEJTER” o el odio por no pertenecer(me)

 

A manera de introducción, me gustaría puntualizar que este blog, en primera instancia, nació como una tribuna de quejas para un adolescente tardío de 22 años (hace casi un decenio de eso), después estuvo escondido durante siete años y brotó hace un par de meses para ser receptáculo de comentarios (o análisis) de películas. Hoy, se transforma en parte de la página (que aspira a ser magacín) Teatro Esnob (https://www.facebook.com/teatroesnob) para brindarles una vez por semana, si la mente me lo permite, comentarios acerca de películas bajo el amparo de la ‘sección’ Cine Esnob y, para ‘inaugurarla’, decidí elegir la película: “Sala Samobójców. Hater” (Komasa, 2020). Si a más de uno le suena el título “Sala Samobójców” es porque, en 2011, Jan Komasa dirigió dicha película (traducida como “La habitación del suicidio”) y se convirtió, para muchos, en cine de culto instantáneo.

 



LA EXCLUSIÓN COMO MOTOR DEL ODIO

En esta ocasión, Komasa presenta una suerte de secuela o una escisión sobre la historia original de 2011 (‘spin-off’, si les gustan los anglicismos) protagonizada por el joven estudiante de leyes Tomasz Giemza. La narración de la película muestra, desde el inicio, diferentes niveles y tipos de exclusión, así como las consecuencias que esta genera. Cabe señalar que, la película, es contundente desde los primeros minutos en cuanto a mostrarnos al contexto que vive Varsovia (Polonia) en ese momento: Una lucha por evitar que los migrantes islámicos (sean refugiados o no) sigan ‘inundando’ Europa, y mientras nos muestra escenas de manifestaciones (con una fotografía impecable, tanto que hasta da gusto verlas) donde están buscando excluir a humanos que “no pertenecen” a Polonia, también vemos cómo la sociedad académica excluye a Tomasz, quien hizo un plagio en un ensayo de la prestigiosa (y cara) Universidad donde estudia, situación por la cual es expulsado.

Cabe señalar que, Tomasz no puede costear dicha universidad, él tiene un origen humilde (viene del campo donde era apicultor junto a su padre) y trabaja, en ocasiones hasta en dos lugares a la vez, para poder sobrevivir, y ese es otro tema de la película: La situación que viven jóvenes (en esta caso de Primer Mundo, sin embargo, aseguro que las condiciones en México son muy similares) para solventar, someramente, su día a día; ser explotados, empleos donde abusan de ellos, no les pagan, los llevan al límite… hay una serie de factores que, desde esa perspectiva, también podrían analizarse en torno a lo que lleva a Tomasz a hacer lo que hace, sin embargo, no es el objetivo de este escrito. Regresando a la vida bucólica de Tomasz, es importante señalar que en el campo fue donde tuvo su primera sensación de no pertenecer, al conocer al socialmente bien posicionado matrimonio de Zofia Krasucka y Robert Krasucki y más específicamente a su hija Gabi. Situación que la película no la da como ‘hecho claro’, sin embargo, cuando se reencuentran (en una incómoda cena con la familia Krasucki, quienes son los que pagan por los estudios del muchacho) el matrimonio deja entrever que Tomasz sólo fue a cenar para poder ver a Gabi. Lo anterior, es escuchado por Tomasz (que dejó un celular escondido para espiar la conversación) quien regresa, indignado y dolido por los feroces comentarios que hace la familia sobre él (incluso se burlaron de que no sabía pelar camarones para comerlos), y es ahí cuando le recuerda a Gabi que le envió una solicitud de amistad (en una red social que se infiere es Facebook, aunque nunca se vea en sí) hace siete años.

En esa escena, queda de manifiesto otro tema importante para la trama: el engaño, la apariencia, los privilegios de las clases altas, el esnobismo y la hipocresía. El matrimonio quiere dar la apariencia de ser cultos y sofisticados, pero, en cuanto no se sienten vistos, muestran su verdadera cara; una repulsiva. De igual manera, conocemos cómo la sensación de Tomasz por sentirse abandonado y querer pertenecer a toda costa, a un lugar donde no es parte, es extrema lo que generará consecuencias fatales para más de uno.


Y es que “Hejter” es una película sobre el odio a varios niveles, cierto, sin embargo, éste es usado como herramienta para comunicar el sentir de personajes que son marginados, marginales e inadaptados. El primero de ellos es Tomasz, quien está enamorado de Gabi, sin embargo, insisto con el tema que toqué en mi entrada anterior (https://senecabeso88.blogspot.com/2020/07/teatro-una-historia-de-desamor.html): el  desconocimiento personal. Él no sabe realmente a dónde pertenece (y la película no es clara en cuanto a ello, sabemos que su madre no vive y que su padre quizá sí pero no con él) y, por ello, está constantemente construyendo mentiras para tratar de ser parte de algo, tales como: rentar un departamento que no puede pagar, ir a fiestas de esferas sociales a las que no pertenece o así sea solamente de manera virtual a través de las redes sociales. Muy seguramente desarrolló alguna patología psicológica, sin embargo, sería la misma cuestión: la desarrolló por no haber tenido una gestión emocional adecuada, para intentar conocer realmente las necesidades que más necesitaba subsanar en su momento y, debido a que no lo supo, ahora en él hay una constante sensación de odio que poco a poco ebulle, a fuego lento, buscando hacer explosión.


 CATÁRSIS MARGINAL

Y el catalizador vendría a ser Beata Santorska (personaje que sirve como vínculo para la película de 2011) importante cabeza de una empresa de ‘Marketing Digital’ y a quien Tomasz conoce en una fiesta en la cual no fue invitado, pero, con la información de las redes sociales, consigue colarse sólo para ver a Gabi. Aquí vuelve a aparecer el deseo de Tomasz por ser parte de algo ajeno a él: la empresa “Best Buzz”, ya que le daría un estatus social elevado y, por ende, ser interesante para Gabi.

Finalmente, Tomasz consigue tener un mes de prueba en la compañía y se da cuenta que el rubro importante de ésta es destruir a figuras públicas a través del odio, generado por noticias falsas, en las redes sociales. Su primera víctima es una suerte de Bárbara de Regil polaca (llamada ‘Fitaneta’) a la cual consigue hacer desaparecer (de redes, lo cual es una forma de muerte social aún más fuerte que la física para muchos) con una campaña de difamación.



Sin embargo, Tomasz no es el único personaje marginal, aquí es cuando cobra relevancia Gabi, la niña rica hija de los padres esnobs. En la fiesta de cumpleaños de su exitosa hermana Natalia, Tomasz nota cómo Gabi es relegada por sus padres lo cual, seguramente, ha generado en ella una dependencia a las fiestas y a las drogas, sin embargo, lo que quiere no es ni una cosa ni la otra (claro que ella no lo sabe), sino el ‘cariño’ y ‘afecto’ que le brindan las personas con las cuales comparte ‘intereses’. Sin embargo, la vorágine de autodestrucción empezaría a terminar para Gabi esa noche, para mala suerte de Tomasz ocurriría después de confesarle que fue expulsado de la Universidad, dato que Gabi no pudo mantener en secreto provocando ahora un nuevo repudio y exclusión hacia Tomasz: el de sus padres.

Pero la trama está tan deliciosamente articulada que, Tomasz tendría una oportunidad de redención: en su trabajo le han solicitado que investigue los puntos débiles del candidato de izquierda a la alcaldía: Pawel Rudnicki. Y uno de ellos sería, ni más ni menos, que los padres de Gabi, grandes benefactores e impulsores de su campaña. Y a partir de aquí comenzaría la preparación de la venganza de Tomasz, producto del odio que le genera el ser excluido de un lugar al que creía pertenecer (la élite de la familia Krasucki) y Rudnicki será pieza clave para ello.

Y es precisamente Rudnicki otro personaje marginal, y por partida doble: es homosexual inconfeso y además apoya a los migrantes y refugiados islámicos. Lo anterior, lo tendría constantemente al límite ya que debe mostrar una versión de él, que no es totalmente cierta (gran peligro en la política), y lidiar con un tema escabroso en la agenda rumbo a las elecciones.

Sin embargo, Tomasz aún no puede acercarse directamente al candidato, situación que cambiaría gracias a una exposición esnob de Zofia (llamada, irónicamente, ‘Neuropa’ donde hay creaciones artísticas posmodernas cuyo tema es, precisamente, acerca de los refugiados. Cabe destacar que son exposiciones de ricos para ricos) donde el chico va como voluntario y a la cual asiste Rudnicki. El objetivo de Tomasz es matar a dos pájaros de un tiro: gracias al éxito de su campaña de desprestigio contra ‘Fitaneta’, ahora tiene acceso a micrófonos y cámaras para espiar y hacer lo mismo contra Rudnicki. El chico instala un micrófono en casa de los Krasucki y escucha al matrimonio hablar pestes del joven: le llaman enfermo mental, dependiente emocional de Gabi, mentiroso patológico, etc., eso le destroza el corazón al joven, pero, el aliento le regresa pronto al cuerpo cuando escucha a Robert decir que se “suicidaría” si el candidato “lo echa a perder” … ‘voilá’: si acaba con Rudnicki, acaba con el matrimonio y para mala suerte del político, Tomasz ya lo vislumbró como herramienta para su venganza. El odio sigue creciendo.

El último engranaje de este ‘caldo de cultivo’ de odio, a partir de marginales, sería un chico apodado como ‘Guzek’; un joven jugador de videojuegos con un canal de videos donde muestra que es intolerante con las minorías, fundamentalista, violento (sabe disparar armas muy bien) y que cree fervientemente que hay que “parar la invasión” que sufre Europa (por parte de los migrantes). Sin embargo, y muy similar a lo que pasa con Tomasz, a pesar de que el personaje de Guzek se lee detestable, no lo es del todo y es que, para bien o para mal, ambos son marginales, ambos sufren, por lo que es posible encontrar la identificación con ellos (o con cualquiera de los otros marginados), empatizar… Guzek tiene a una abuela enferma y, a pesar de que es capaz de llevar a cabo un acto atroz (en pro de sus ideales), no lo haría sin antes asegurar que su abuela estará bien.


Por otro lado, en la relación entre Guzek y Tomasz, seremos testigos de un recurso cinematográfico muy interesante; el acercamiento que tienen no ocurre nunca en la realidad (sólo al final de la película y no daré adelantos que lo arruinen) sino en el videojuego favorito de este último. Lo anterior, se le ocurre a Tomasz gracias a los consejos de Beata al sugerirle leer (o escuchar) “El arte de la guerra” de Sun Tzu. Ahora, Tomasz ya tiene todas las piezas en el tablero y sólo queda decidir cómo manipulará este mortal ajedrez.


“PARA ELLOS, SIEMPRE SERÁS UN ‘DON NADIE’”

Tomasz perdería todo atisbo de cordura (para este punto ya había drogado a Rudnicki para que bailará con él en un bar homosexual y lo besara, lo anterior con el fin de desprestigiarlo) cuando se entera que Gabi se mudará a Nueva York con otro hombre. Este evento lo lleva a formular un plan donde el objetivo no sería sólo vituperar a Rudnicki o a los Krasucki, sino acabar con ellos (metafóricamente o no… descúbralo usted viendo la película).

Las personas y los personajes compartimos algo, ambos poseemos tres esferas donde nos desenvolvemos: la física (cuerpo), la social (nuestro entorno, creencias, estado civil, nombre, etc.) y la psicológica, ésta es la más compleja de las tres, sin embargo, si algo tenemos que es un símil entre los dos, es lo que Kogan (2010) denomina como "superpropósito" y no es otra cuestión más que el ideal con el que percibimos a la felicidad. Y es tan sencillo de saber como el imaginarnos lo más plenos que podamos. Inténtenlo, pregúntense, para ustedes: '¿qué es la felicidad?' y conocerán su 'superpropósito'.

El de Tomasz definitivamente estaba encaminado a ser especial y parte de algo, en este caso de la familia Krasucki, por eso puso todos sus esfuerzos en conseguir eso, fuera como fuera, por ende, si nosotros poseemos un 'superpropósito' erróneo, mal encaminado, o definitivamente que no va con nuestro yo consciente, es posible que llevemos a cabo acciones para llegar a él y, cuando lo consigamos, es posible que veamos que no era la felicidad que necesitábamos o que generamos demasiado daño en el proceso. En el mismo orden de las ideas, les presento una especie de línea de vida de Tomasz y las acciones que él llevaba a cabo para avanzar hacia su 'superpropósito', las verdes son las que le permiten avanzar hacia él y las rojas aquellas situaciones que lo frenaban.

Las redes sociales ya son parte de nuestra normalidad, tienen más de diez años con nosotros y no parece que se vayan a ir pronto. Son un arma poderosa para hacer sentir a una persona “importante”, que lo que tiene que decir es “trascendental”, que una opinión “cambiará las mentes”. Es impresionante que un comentario en estas redes, pueda llegar a generar estados de ánimo en las personas (positivos o negativos) e incluso llevarlos a cometer actos que atentan contra ellos mismos (son múltiples las campañas en contra del acoso cibernético debido a los suicidios en estudiantes, muchos de ellos muy jóvenes, que lo sufrieron).

Pero ¿cuál es el objetivo de las redes sociales? Muchos quizá ya hemos olvidado el motivo para el cual fueron creadas y, la mayor parte de los usuarios actuales, nacieron en un mundo donde éstas ya existían y eran parte del día a día. Según recuerdo, nacen como una oportunidad de generar una ‘proyección’ de mí mismo hacia/para el mundo, es decir, lo que yo creo ser lo puedo mostrar en un escaparate virtual con el objetivo de socializar… pero ¿qué pasa cuando ni siquiera yo sé lo que soy?, lo que habita de verdad en mí… ¿a quién estoy mostrando en el escaparate virtual?, ¿qué pasa si estoy lleno de odio?, y ¿si no es odio?, ¿si realmente estoy enojado?... quizá no estoy enojado… quizá es tristeza, quizá es abandono o soledad no identificada.

Si hoy en día me siento (o me han hecho sentir) un ‘Don Nadie’ en la realidad… ¿quiero ser un ‘Don Nadie’ también en la virtualidad de las redes?… ¿cómo me hace sentir el no ser parte de algo/alguien?, ¿realmente conozco la emoción que se detona en mí?, ¿qué hago con ella? Y si no logro encajar o pertenecer fuera de o en las redes sociales… ¿qué estoy dispuesto a hacer para encajar?, ¿qué tan lejos estoy dispuesto a llegar?, ¿a quién voy a dañar para que experimente el dolor que yo sufro? Quizá ese odio que siento, por no pertenecer, no es hacia el otro sino hacia mí mismo por obligarme a encajar en un rompecabezas del cual yo no soy la pieza que falta… Los invito a que mejor busquemos el rompecabezas al que sí pertenecemos, o al que otros nos invitan de manera honesta y con amor sincero, al que deseamos para nosotros y, pieza por pieza, ir armando el paisaje más bello, el más lindo, ese con el que realmente aspiramos y el cual vislumbramos para nuestras vidas… ya verán cómo ese 'superpropósito' sí habrá valido la pena.


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